CURIOSEA SOBRE MÍ

Nací en el año 1969 en la pequeña, bella y ciudad de poetas de Soria.

Dice mi madre que aprendí a leer con dos años. Lo que sí puedo decir es que me recuerdo escribiendo y dibujando en mis cuadernos constantemente. Aunque desconozco realmente a qué edad ya leía, también puedo decir que desde entonces no he dejado de hacerlo.

A los cinco años ya había vivido en un internado, tres domicilios distintos, y pasado por dos colegios y dos localidades diferentes, muy diferentes entre sí…

La Vida comenzaba movidita, intensa e interesante…

También hablaba sola -ahí estoy al teléfono-, y lo sigo haciendo. Ahora con amabilidad, comprensión y casi siempre sobre papel. A veces uso la grabadora.

¿Sabes lo que me pregunté cuando vi esta foto ya siendo adulta?

Te lo cuento más adelante…

Mi Niña Interior...

Mágica adolescencia

En la adolescencia exploré, exploré, y exploré, aprovechando sucesivos cambios de ciudad y de colegio.

Me teñí el pelo de colores.

Bailé muchísimo, ¡eran los años 80!

Y me hice motera. Luego ya no.

Estaba enfadada-triste-contenta-enfadada otra vez. En ocasiones en el intervalo de tan solo diez minutos. Lo normal, vaya.

DESCUBRÍ que los adultos no siempre llevamos la razón.

APRENDÍ a desobedecer y sofistiqué la técnica del disimulo.

La Universidad

Por el único motivo de ahorrarme conflictos con mis Mayores, dilemas internos y continuando con cierta tradición familiar, me formé como Docente. Pero… También, simultáneamente, sin comunicárselo a nadie, estudié Diseño de Interiores, que era entonces mi auténtica vocación.

«El día tiene veinticuatro horas» -decía mi padre-. En eso y en alguna que otra cosa más, llevaba toda la razón.

En esta época DESCUBRÍ la Psicología y la Pedagogía, que me enamoraron. También, en las clases de Interiorismo de la mañana, cómo hacer una reforma para dejar contentos a los clientes.

Y a los chicos, claro, -¡ayyy Señor!-. Supe que prefería ser madre joven.

APRENDÍ que cuando te propones algo que realmente deseas, solo si cae un meteorito (metáfora), no lo logras. Tampoco, si lo que pretendes, es que te quiera quien no está capacitado hacerlo. Pero todo lo demás ¡es posible!

Juventud y el corazón roto

Me casé muy joven, con el «Amor de mi Vida». Tuvimos dos preciosos, inquietos (también intelectualmente) y queridos hijos. Me descasé muy joven también, a los veintisiete años. FIN ¿FIN?

No te voy a contar todo lo que DESCUBRÍ entonces, pero sí algo sobre lo que APRENDÍ:

· A veces, la mayoría de las veces, confundimos lo que creemos que queremos con lo que realmente anhelamos…

· La necesidad agudiza el ingenio y la creatividad.

· Que una crisis existencial puede ser la mayor de las bendiciones si le prestas la atención adecuada.

Primera crisis existencial

Me trasladé, eso sabía hacerlo bien. Y ahí estaba yo, lejos de familia, de amigos, sin trabajo ni experiencia laboral suficiente. En una ciudad pequeña, de pocas oportunidades, y a todos los efectos, madre soltera de dos niños muy pequeños todavía.

Internet estaba en pañales y se empezaban a ver teléfonos móviles del tamaño de un ladrillo.

Casi nadie se divorciaba.

Con esta súper convulsión existencial, el reto de sacar adelante sola (e incomprendida, naturalmente) una familia, y un ataque de pánico que nunca permití se notara -¿error?-, DESCUBRÍ el primer libro importante, relevante y revelador, sobre Inteligencia Emocional que se había escrito hasta la fecha.

Daniel Goleman logró que millones de corazones se abrieran hacia la comprensión de uno mismo, y por extensión, de los demás. La Vida me estaba sugiriendo que aprendiese a explorar, a gestionar mis emociones adecuadamente, y con «mi ejemplo», inspirar en lo posible a quienes tenía más cerca en esos momentos.

DANIEL GOLEMAN, Inteligencia Emocional

Dejé de envidiar las noches locas de sábado de mis amigas y me sumergí en la comprensión de lo que pasa por la cabeza y el corazón de las Personas.

Lo que sucede, conviene, dicen las filosofías orientales.

Desde entonces, hace ya más de la mitad de mi Vida, APRENDÍ a contemplar los Valores Humanos, además de los «errores humanos», a través de numerosas metodologías. A pluriemplearme para ofrecer y garantizar un buen entrenamiento para la Vida a los hijos. Y a olvidarme poco a poco de mí…

De esto fui consciente cuando los hijos comenzaron sus Vidas de Adulto, -«no mantengo vagos ni cantamañas ¿eh?», les dije cuando marcharon a la Universidad-. Y me hicieron caso, solo vienen de visita desde entonces ¡Gracias chicos!

Nido vacío. Segunda crisis existencial

Nido vacío. Segunda crisis existencial, cuarenta añitos. Pero lección aprendida, jamás repetida, o eso pensaba yo.

Recuperé la práctica del Yoga y del Qi Kung, continué formándome en Desarrollo Personal, a aprender de los filósofos clásicos a pensar un poco mejor -NOTA mental: Cuando adopte un perrito le llamaré Sócrates-.

Comencé a explorar la Neurociencia, la Bioneuroemoción, la Programación Neurolingüística y Neurocaligráfica, y todo aquello que lograba sorprenderme y hacerme crecer, vaya.

Al fin, contaba con más tiempo.

Me fui despidiendo se quienes iban partiendo, -«demasiados, demasiado pronto, ¡con la de imbécixxx que hay por ahí!!!», pensaba entonces una y otra vez-. Ahora entiendo y acepto la muerte mucho mejor.

Volví a enamorarme. A desenamorarme. Más de una vez.

DESCUBRÍ mi sospecha de que tenía que mejorar mi relación con el mundo de los afectos.

También que estaba inmersa en el círculo vicioso «casa, trabajo, trabajo, casa, pagar facturas y vuelta a empezar», y que tanta energía me restaba ¡sin darme cuenta! Puse remedio.

Afortunadamente, APRENDÍ que la auténtica zona de confort es ese lugar dónde estás de acuerdo contigo misma. Donde lo que piensas, sientes y haces, ha de convivir con coherencia. Donde ERES tu responsabilidad.

Tercera crisis existencial: La gran decisión

A estas alturas sabía de sobra que toda crisis necesita de una buena toma de decisiones si lo que pretendo es mejorar mi Vida. Dejé el trabajo, por su puesto. Un auténtico salto sin red. Pero contaba conmigo.

La primera vez que decidía, obedeciendo SÓLO a mis deseos. A la necesidad imperiosa de realización personal. Al propósito de Vida de facilitar a aquel que así lo decida, las claves, recursos y acompañamiento personalizado para prosperar.

DECIDÍ:

  • Dedicarme profesionalmente hace ya más de 10 años, a «entrenar» a Personas con afán de superación para que alcancen su máximo Bienestar. Ese punto de paz y plenitud que te proporciona el estar de acuerdo contigo mism@.
  • Retar, guiar y acompañar a quienes necesitan resignificar su Vida para descubrir a dónde se quieren dirigir, recuperando la alegría de vivir y la Autoestima que se nos van quedando por el camino. A quienes aspiran a lograr sus metas laborales, personales, emocionales, relacionales… y no encuentran el modo de hacerlo ni por dónde comenzar.
  • Llevarlo a cabo con la metodología que considero óptima para ello, el Coaching de Vida Profesional, junto con la mía propia y diferentes métodos afines que la enriquecen y complementan. Dando así estructura, forma y cabida a todo lo estudiado, experimentado, aprendido y por aprender, a lo largo también, de mi Vida personal.

El significado de la Vida está en encontrar tu Don.

El propósito de la Vida es entregarlo a los demás.

PABLO PICASSO

Hoy…

Me siento feliz por poder ofrecerte los beneficios de mis Programas y sesiones para que puedas aprender lo QUÉ sí puedes hacer por ti ante los retos vitales, sin tener que pasar por tropezones y caídas del todo innecesarias ni sentimientos desgastantes.

¡Hacer siempre lo mismo es para Robots!

¿Recuerdas la niña de líneas arriba, la del teléfono?

¿Sabes con quién hablaba mi niña interior?

Conmigo.

¿Qué pretendía que entendiera y atendiera su YO Adulto?

Que la mayor Fortaleza con la que cuenta un Ser Humano es el Autoconocimiento y es el mayor gesto de Amor Propio que te puedes regalar.

Estoy aquí para que te quieras…

UNA CURIOSIDAD: La planta que nos acompaña de fondo es un Ginkgo Biloba, el único Ser Vivo que sobrevivió a la explosión de la bomba de Hirosima en su epicentro, y que en Japón, es símbolo de Resiliencia.

Con Amor, ahí te lo dejo…

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